• SALUD ORAL INFANTIL

    Una buena higiene bucal debería empezar a una edad más temprana de lo que habitualmente se suele pensar. Y es que la limpieza bucal infantil, junto a la adquisición del hábito de su mantenimiento, comportará que el adulto pueda conservar sus dientes para toda la vida. Por eso, es importante que esta práctica se inicie en el recién nacido, sin esperar a que aparezcan las primeras piezas dentarias, mediante una gasa de algodón humedecida en agua potable.

    Esto se realiza por varias razones; una de ellas, obviamente, es para mantener la boca del bebé limpia de restos, y otra, es la de ir acostumbrándole a este hábito. En este sentido, generalmente por desconocimiento, muchos padres no inician la higiene bucal de sus hijos hasta cerca de los dos años (edad en la que ya se pueden empezar a usar los cepillos dentales). Y muchas veces puede que a esa edad hayan aparecido las primeras caries.

    Para que esta rutina se convierta en imprescindible en el día a día de cualquier bebé o niño, conviene realizarla de la forma más amena posible:

    • Llevar a cabo la higiene en un momento en el que el niño esté relajado y de buen humor, y no esperar al momento previo de ir a la cama que es cuando está más cansado o dormido.
    • Negociar y dar opciones. Se puede preseleccionar los cepillos que consideremos adecuados para el niño y dejarle a él escoger cuál o cuáles quiere usar. Si el cepillo tiene su color o su personaje favorito, le entusiasmará más cepillarse los dientes.
    • Proponer una actividad agradable para el niño, no a modo de chantaje ni recompensa, sino como un incentivo para hacer después del cepillado.
    • Evitar amenazas, castigos y argumentos negativos. Siempre es más recomendable mostrar el lado positivo del cepillado: Nos cepillamos para cuidarnos, igual como hacemos con el cabello…
    • Reservar un juguete para la hora del cepillado. Se puede usar una marioneta, un muñeco o algún objeto interesante con el que el niño sólo pueda jugar durante cepillado los dientes.

    https://www.dentaid.es/es/higiene-bucal-infantil

  • 08 DE MARZO- DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER

    El 25 de marzo de 1911,  123 mujeres y 23 hombres murieron en el trágico incendio en la fábrica Triangles Shirtwaist de Nueva York. Murieron al no poder salir del edificio pues  los encerraron, simplemente pedían mejoras laborales.

    Hoy 08 de marzo de 2019 NI UN PASO ATRÁS!!!

  • SANTA APOLONIA 2019

    Este sábado 9 de febrero,festejando el día de los odontólogos, tuvo lugar la cena anual de Santa Apolonia, organizada por el COEC, a la que han asistido los doctores Ignacio Vives y Andrea Travieso. Os dejamos unas divertidas fotos!!

  • El cuento del Ratoncito Pérez

    Pepito Pérez era un pequeño ratoncito de ciudad. Vivía con su familia en un agujerito de la pared de un edificio. El agujero no era muy grande pero era muy cómodo, y allí no les faltaba la comida. Vivían junto a una panadería, por las noches él y su padre iban a coger harina y todo lo que encontraban para comer.

    Un día Pepito escuchó un gran alboroto en el piso de arriba. Y como ratón curioso que era trepó y trepó por las cañerías hasta llegar a la primera planta. Allí vio un montón de aparatos, sillones, flores, cuadros…, parecía que alguien se iba a instalar allí.

    Al día siguiente Pepito volvió a subir a ver qué era todo aquello, y descubrió algo que le gustó muchísimo. En el piso de arriba habían puesto una clínica dental.

    A partir de entonces todos los días subía a mirar todo lo que hacía el doctor José Mª. Miraba y aprendía, volvía a mirar y apuntaba todo lo que podía en una pequeña libreta de cartón.

    Después practicaba con su familia lo que sabía. A su madre le limpió muy bien los dientes, a su hermanita le curó un dolor de muelas con un poquito de medicina… Y así fue como el ratoncito Pérez se fue haciendo famoso.

    Venían ratones de todas partes para que los curara. Ratones de campo con una bolsita llena de comida para él, ratones de ciudad con sombrero y bastón, ratones pequeños, grandes, gordos, flacos… Todos querían que el ratoncito Pérez les arreglara la boca.

    Pero entonces empezaron a venir ratones ancianos con un problema más grande. No tenían dientes y querían comer turrón, nueces, almendras, y todo lo que no podían comer desde que eran jóvenes. El ratoncito Pérez pensó y pensó cómo podía ayudar a estos ratones que confiaban en él.

    Y, como casi siempre que tenía una duda, subió a la clínica dental a mirar. Allí vio como el doctor José Mª le ponía unos dientes estupendos a un anciano. Esos dientes no eran de personas, los hacían en una gran fábrica para los dentistas. Pero esos dientes, eran enormes y no le servían a él para nada.

    Entonces, cuando ya se iba a ir a su casa sin encontrar la solución, apareció en la clínica un niño con su mamá. El niño quería que el doctor le quitara un diente de leche para que le saliera rápido el diente fuerte y grande.

    El doctor se lo quitó y se lo dio de recuerdo. El ratoncito Pérez encontró la solución: ‘Iré a la casa de ese niño y le compraré el diente’, pensó. Lo siguió por toda la ciudad y cuando por fin llegó a la casa, se encontró con un enorme gato y no pudo entrar.

    El ratoncito Pérez se esperó a que todos se durmieran y entonces entró a la habitación del niño. El niño se había dormido mirando y mirando su diente, y lo había puesto debajo de su almohada.

    Al pobre ratoncito Pérez le costó mucho encontrar el diente, pero al fin lo encontró y le dejó al niño un bonito regalo. A la mañana siguiente el niño vio el regalo y se puso contentísimo y se lo contó a todos sus amigos del colegio.

    Y a partir de ese día, todos los niños dejan sus dientes de leche debajo de la almohada. Y el ratoncito Pérez los recoge y les deja a cambio un bonito regalo. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

     

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